En 1999 decidí comenzar una investigación sobre mi familia paterna, confrontar una parte de mi historia que, hasta ese momento había ignorado, pero que era indispensable para construir plenamente mi identidad.
Mi padre decidió colaborar y compartirme documentos familiares muy valiosos para él, que hasta ese momento había mantenido guardados. En ese archivo apareció una carta que revela el destino que tuvieron mi bisabuela y todos sus hijos menos mi abuela.
Al conocer la carta mi identidad se desmoronó, me di cuenta que temía reconocer el pasado de mi familia, una historia que no podía seguir evitando.
Nací en un país que me ha permitido ser libre, por lo que me cuesta trabajo, por más que repaso los hechos, entender lo que sucedió y pensar que podría volver a suceder.